miércoles, 15 de octubre de 2014

Septiembre 3, 2112.

        No señores, no nos hemos equivocado en la fecha que ven en el título. Esta es una muy importante, o lo será. Es el nacimiento de Doraemon, el gato cósmico. Por una casualidad, la primera transmisión del anime en Panamá fue en septiembre de 1982, treinta y dos años atrás y ciento treinta antes de su nacimiento en el futuro lejano.

        Lo vimos por primera vez a los catorce años y causo muy buena impresión, nos moríamos de la risa de las atorrancias de Nobita, los problemas en que se metía y las penurias que pasaba Doraemon para ayudarle. Disfrutamos mucho el primer pase por RPC TV, Canal 4 en aquellos tiempos–, y debido a que dicto clases en las tardes, no pude ver la repetición que dieron en Telemetro Canal 13 en el 2000.

        Eran otros tiempos, no había internet y eso de pensar en encontrar un ‘dibujito chino’ o productos relativos, era más que una utopía. Sin embargo, a pesar de que su paso por nuestra televisión fue fugaz, nunca olvidamos lo mucho que nos divertía dicha cómica –Si, otrora TODAS eran cómicas, independientemente del país–.

        No fue hasta dieciséis años después, en 1998, que le volvímos a ver por escasos dos meses. Entre enero y febrero en Palma de Mallorca, esos fueron los únicos meses que tuvimos tiempo mientras cursábamos el Master en animación.

        A pesar de la existencia de mercancías de Doraemon, no podíamos permitirnos gastar dinero en ellas, con un préstamo de estudiante. Sin embargo, los compañeros del master, nos regalaron para el cumpleaños un peluche que aun conservo, no solo por ser de ‘Cósmico’ sino por el valor añadido de recordarlos a ellos.


        El año siguiente partimos a trabajar a Singapur con un contrato temporal, ahí la cosa cambió y comenzamos a aprender algo más acerca del venerable gato. Con un buen sueldo y cercanía a Japón, adquirimos nuestro primer manga de Doraemon… en Chino. Y, gracias a la persona que me atendió, supe que en el gigante asiático le conocían como Ding-Dong; también encontré un juego de diez figuras de dos a tres centímetros de alto, ambos los conservo.


        Supongo que la emoción del fanático, combinada con una personalidad de coleccionista fue la que nos ha llevado desde ese momento a adquirir objetos variados de Doraemon, llegando inclusive a recibir regalos del personaje por parte de amigos y familiares.

















(De izquierda a derecha, nueve primeras imágenes de mi entorno de trabajo, tres siguientes de la parte superior de la refrigeradora y dos últimas del frente de la refri.)

        Durante todo este tiempo también hemos visto crecer su fama a nivel mundial. Fue nombrado Embajador ánime en el 2008 y Embajador especial para la apuesta de los juegos olímpicos del 2020, que Japón ganó.


        Tanto los mangas creados por Fujiko F. Fujio, como las animaciones han sido traducidas a una cantidad ingente de idiomas y este año se estrenó la primera película en 3D de sus aventuras. 

        Este año también se ha realizado en Malasia el Doraemon 100 Secret Gadget Expo que ha pasado por Hong Kong.

        Sin embargo no todo ha sido para bien, el mes pasado en China un escritor le acusó de “…minar la cultura China” y tener un “…siniestro significado oculto”; claro, el éxito del personaje lo hace presa fácil para cualquier tipo de ataque y cosas peores.

        Nos referimos específicamente a su paso por la televisión gringa. Es ahora, en el 2014 cuando Doraemon llega por vez primera a transmitirse por sus pantallas.

        Y a pesar que esto suena a buena noticia, el maquillaje aplicado –por no decir cirugía profunda– que le han dado, es patético. Haciendo alarde de:

        1. Bastedad
        2. Ridicules
        3. Idiocia
        4. Tontería.

        Escoja la que mejor le parezca, lo han agringado, para que sus conciudadanos no se confundan al ver a los personajes comer Doriyakis, sopa de miso, utilizar palitos o yens a la hora de pagar algo.

        Debemos admitir que somos puristas del audiovisual, por lo que cualquier transgresión hacia el original nos enerva. Las creaciones deben ser vistas tal cual su autor las concibió, incluido el idioma en que se realizaron. ¿No te gusta leer subtítulos o eres lento haciendolo? pues a practicar.

        No es lo mismo escuchar la voz del actor que la de un traductor, algo se pierde en el camino. Ahora, si encima hacemos retoques a la imagen, esto va más allá. Arreglar algo para que sea ‘ameno’ con nuestra cultura o creencias termina por convertir ese algo en otra cosa, pervierte la idea del autor cambiando su significado. Y esto, lo han venido haciendo los gringos con el ánime, desde hace mucho tiempo.