sábado, 15 de noviembre de 2014

Exposiciones, Eventos y demás.


        Desde hace mucho tiempo compartimos la hipótesis de que, el principal problema de nuestro país es, el mínimo mercado para muchas cosas. Sumado a esto la falta de protección a la mediana, pequeña y micro empresa, el pensar en emprender un negocio no es tarea fácil.

        Yendo al campo que nos interesa, el ánime, manga y mercancías; nuestro mercado se reduce exponencialmente. Esta reducción hace que los costos de dichos rubros, a los que podríamos calificar de "diversión" aumenten.

        Si comparamos los eventos de hace una década, con los eventos actuales, los precios han subido exponencialmente, en la memoria de muchos quedan los eventos a dos, tres o cinco dólares. Ahora es común escuchar de eventos en diez o quince dólares e incluso, algunos con "Entradas VIP" que se disparan a treinta o cuarenta dólares.

        Pero, una de cal y una de arena, los cosplayers de hace diez años —aunque muchos siguen siendo los mismos— jamas hubiesen soñado con las sumas que ganan en los concursos en este momento; y los participantes jamas habrían soñado con ver a los invitados especiales internacionales de los que algunos eventos hacen gala.

        Sin embargo, algo que se ha mantenido 90% inmutable es el tipo de presentaciones, podemos recitarlas de memoria: Una pasarela; uno o varios concursos de cosplay, karaoke, dibujo; presentación de artes marciales, venta de mercancías (comida, artículos de vestir y chucherías diversas).

        Los profetas apocalípticos dirán que "siempre es lo mismo", que la fórmula es repetida una y otra vez ad eternum, por las diferentes agrupaciones que se dejan sudor y sangre en la creación de un evento. Pero, después de hacer una investigación, nos damos cuenta que la culpa no recae en su totalidad en los organizadores.

        A diferencia de otros países donde hay recintos feriales en las comunidades, cuyo precio es accesible o en ocasiones gratuito —dependiendo del evento que se haga—, en Panamá no contamos con este tipo de locaciones. La mayoría de los que ofrecen las comodidades mínimas, tienen un precio alto, al que debe sumarse el resto de los gastos. Además, son básicamente grandes espacios vacíos, carentes de divisiones, convirtiendo cualquier evento en un mercado persadonde una única tarima debe albergar por tiempos precisos cada una de las presentaciones que se realizarán.

        Se convierte el evento en una suerte de teatro de a pie, en el que los asistentes deben esperar, la mayoría de las veces, sin saber si lo que desean ver se presentará a tiempo o no. Mientras que para los asistentes esto puede no presentar problema, para los jurados de concursos si. Para muestra un botón, hace varios años nos retiramos de un evento local, en el que fungiríamos como jurado del concurso de cosplay. Había pasado una hora y media de cuando supuestamente iniciaría el concurso y se estaba sobre media hora después de la hora del supuesto cierre. Cuando el concurso inició ya habíamos sido  —mal informados— que no se haría debido al retraso.

        Son estos galpones los que no permiten una mayor cantidad de presentaciones, no se puede apretar en ocho horas quince presentaciones diferentes. Imaginen ustedes un lugar modular, que permitiese cerrar cubículos de dieciséis, veinte o treinta y dos metros cuadrados. Un evento en el que se traslaparan las presentaciones: en el salón A presentación de origami, en el B concierto de koto, en el C charla de manga. Y en el resto del área las tiendas, restaurantes, presentaciones en tarima y los asistentes.

        Se que los detractores de todo dirán que entonces podrían perderse de algún evento porque se traslapa con otro, pero como todo en la vida, hay momentos en que tenemos que decidir entre dos cosas que nos gustan, nos interesan o nos hacen felices. Imaginen que algún día tengan la oportunidad de ir al Japan Expo en Paris, ¿Qué eventos escogerían?


        En lo personal hemos dejado de ir a eventos; poco a poco las personas a las que conocemos han hecho lo mismo y lo que antes era un lugar de encuentro, se ha convertido en un lugar donde pasar un rato —pequeño en nuestro caso—, donde prácticamente el cien por ciento son desconocidos. No nos interesan los actores de doblaje, por lo que la relación precio/tiempo juega en nuestra contra, no nos animamos a pagar treinta dólares por un artista que no captura nuestro interés, sabemos que a muchas personas si, de lo contrario, todavía tendríamos eventos de dos, tres o cinco dólares.

2 comentarios:

Bibliotecario dijo...

Quitando las varias actividades a la.vez, el resto de.situaciones también se están dando en los eventos españoles. Algunas "mejoras" que se han dado con los años, serían discutibles.

Ernesto Makimura dijo...

Tal y como dice el amigo Bibliotecario, las similitudes son palpables entre eventos de ambos lados del charco.
Hace tiempo que me da cierta pereza acudir a los eventos autóctonos (ya sean jornadas, salones o expos) por los mismos motivos que argumentas. Pese a todo, intento ir porque me sigue gustando el ambiente. Por lo menos eso nos queda.